Posiblemente sea el acto de Exaltación de la Fallera Mayor de Valencia unos de los momentos más solemnes que la máxima representante de una fiesta pueda tener, ya no solo en Valencia, sino, me atrevería a decir, de buena parte de Europa.

Solemnidad para la coronación de nuestra reina fallera, todo un icono e imagen de nuestra fiesta universal. Y es Marina Civera Moreno, la mujer que ostenta ese cargo y protagonizó ese acto. Odontóloga de veinticuatro años, su unión con las fallas viene de cuna y no es la primera vez que vive un momento así, ya en 2005 y en 2006, como fallera mayor infantil de su comisión y como corte de honor de la FMI, pudo disfrutar de un momento similar, por o que su saber estar y su impronta estaban aseguradas en una gran noche como la de este viernes 25 de enero.

Entorno a las 8 de la tarde, se conocía el secreto mayor guardado de cualquier fallera mayor de Valencia, el color de su espolín. El espolín ha sido tejido manualmente, empleando aproximadamente unas 650 horas para tejer 12 metros de dicha tela.

El color del fondo “Azul Atlantis”, es una tonalidad de azul oscuro que debe su nombre precisamente a las profundidades del océano. Como metal principal se ha empleado el oro volteado crema que junto con la combinación de colores suaves y empolvados que se han aplicado para sus diferentes ramos consiguen una tela con mucha personalidad, luminosa y elegante al mismo tiempo.

La sociedad valenciana y fallera se daban cita, para recibir a Marina, con una amplia representación política de todos los signos, falleras mayores y presidentes de las comisiones del Cap i Casal, curiosos, frikis y medios de comunicación, preparados para vivir un acto que permanece inmutable, de protocolo Ferrero, como el de los grandes momentos.

Destacar a las bellísimas, Raquel Alario o Estefanía López, o los elegantísimos Carlos Galiana y Daniel Lisarde, del numeroso público que acudió al Palau.

Las “senyorestes” no pasaron a ser “donas” simplemente fueron ellas, sus nombres y apellidos, pero con el mismo brillo y emoción que en otras ocasiones.

La Banda Municipal de Valencia nos trasportó al pasado del que tan a gala disfrutamos los falleros. “Arrels” fue el espectáculo musical que interpretaron y que calaron positivamente en el auditorio. El buen hacer de Rafael Sanz-Espert, músicos, bailadores y “cantaores” de diez, pero quizás esperábamos un espectáculo más acorde con la magnitud de nuestra fiesta.

Destacar, la luz que despendió Marina al subir al escenario de la Sala Iturbi. Su Corte de Honor, esplendidas y pletóricas. Rosángeles Valls, brillante mantenedora, que revindicó la función de las comisiones falleras, de las mujeres, y de Marina, «Me gustas. Eres una mujer preparada, con ideas propias, mente bien amueblada y clara visión de futuro. Eres bonita por fuera y lo eres, sobre todo, por dentro».

El colofón, el himno regional, correcto y los fuegos artificiales, siempre sobresalientes de Reyes Martí.

Sobriedad, corrección, pero me quedo con la imagen que nos trasmitió  Marina, al levantarse de la “Cadira d’Or” para abrazar a su mantenedora e imponerle la insignia de Junta Central Fallera. Estamos posiblemente ante una de las grandes falleras mayores de Valencia de la historia de las Fallas.

Juan Meneses

Fotografías de Fran Adlert

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