La Exaltación de la Fallera Mayor de València pone el punto de inicio de las Fallas de este año
23/01/2022. J. Meneses. Dos años hemos tenido que esperar para volver a entronizar a la reina de la fiesta de las Fallas de València, a su Fallera Mayor. Dos años terribles que han paralizado nuestras vidas y que han puesto a la fiesta más internacional de la ciudad en el peor de sus momentos históricos.
Pero las fallas saben resurgir de sus cenizas. Y las señales, los símbolos son importantes en una fiesta llena de arte efímero y tradición. El “Verde Primavera” es la esperanza de una fallas en marzo a las puestas de esa primavera que llena València del olor del azahar. Carmen Martín elegía ese color para su traje confeccionado por los indumentaristas 1700 para el día de su exaltación.
Una exaltación en pandemia pero que daba la posibilidad de poder ver la cara de Carmen y de sus compañeras de reinado. La mascarilla nos aleja, nos distancia, y poder ver sus rostros pletóricos de felicidad por ser las máximas embajadoras y representantes de las Fallas, nos acercó, al público que asistimos ayer, a ellas. A ser participes de su inmensa alegría. La alegría de las Fallas.
La solemnidad del acto tiene todos los aspectos de una entronización de una Reina. Un boato que ya es un ritual y que eleva a su protagonista a la historia de nuestras fallas. Como tal ha de ser cuidado, porque forma parte de una iconografía muy concreta y reconocible.
La nota disonante fue el espectáculo previo, quizás fuera de lugar e inapropiado, que se llevó las máximas críticas por parte de asistentes y público que siguió el acto por las redes sociales, mientras la Banda Municipal de Música se reivindicaba fuera del Palacio de Congresos al son de marchas fúnebres.
El ritual nos envolvió en la magia del momento. Una a una subían las componentes de la Corte de Honor y Carlos Galiana les imponía su banda acreditativa. Emociones, lágrimas de felicidad y aplausos de gratitud. Finalmente Carmen Martí Carbonell aparecía en la sala al son de la suite Fallera Mayor, acompañada por Joan Ribó, alcalde de València que le imponía su banda, esa banda que seguro tiene superpoderes.
Miguel Prim, mantenedor de la Exaltación fue directo al corazón fallero, recordando los que se han quedado en el camino de esta pandemia, a las víctimas de la violencia machista que tan de cerca a tocado a su comisión fallera, pero con el tono de gran orador, contundente, sin dejar tema ni persona a la que aludir.
Prim ofrecía este discurso “com a homenatge als pirotècnics, ofici tradicional valencià que cal protegir i salvaguardar. La seua estructura és la rèplica de la mascletà disparada a la Plaça de l’Ajuntament per la pirotècnia Vulcano el 17 de març de 2019”
“Les falles, són pàtries de suro i cartó, amb cor de fusta i pell de sàtira, son paradisos assentats en places o creus de carrers, són emocions entrellaçades amb foc, fetes homes i dones, consumides per espurnes i cendres.”
Prim ponía en el centro de su discurso a la Falla como eje central. Y al nombrar a cada una de las componentes de las Corte había una referencia histórica a una falla plantada o ninot premiado de la comisión a la que pertenecen.
Miguel Prim: “Vivim per a contar-ho, vivim per a plantar-ho i viurem per a cremar-ho”
A Carmen “Com orgullosos estaran els fallers i falleres d’una persona com tu, Carmen, conscient que el càrrec es guanya, però que l’estima es conquesta. Primer aplaudiran a la fallera major i a ben segur acabaran aplaudint a Carmen Martín Carbonell, Fallera Major de València, exemple de fortalesa i convenciment de no ser res si no són 13. Una dona amb olor a vull i ho vaig a intentar, amb gust de no ho sé tot, escolte i aprenc a cada pas, amb mirada de ‘sí’, i amb somriure de ‘gràcies’, somriure que per sempre serà recordat.”
El himno de la Comunidad Valenciana cantado por el público y el himno de España ponían punto y final a una noche de reencuentros y de ilusión por las Fallas, con la esperanza de vencer y renacer en marzo.
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