La punxà y la Ciudad Fallera: una tradición en decadencia que pide renovación
Valencia 27 de julio de 2025 – Juan Meneses La tradicional punxà de la flor, uno de los actos más representativos de la Gran Feria de julio, vive momentos difíciles. Lo que antaño era una celebración abierta, viva y con gran participación ciudadana, hoy se muestra como una sombra de lo que fue. La Ciudad Fallera, epicentro histórico de la creación artística de las Fallas, languidece poco a poco, mientras los talleres se reducen y la participación pública se diluye.




Este sábado, algunos de los pocos talleres que aún mantienen viva la tradición mostraron parte de su trabajo. El taller de Jordi Palanca, junto a su equipo, y el de Vicente Julián García, ubicado en la calle de la Nau del Gremio, permitieron entrever algunos de los diseños que formarán parte de la esperada Batalla de Flores de este año.
Calles cortadas y control de acceso
Las calles aledañas a los talleres fueron cortadas por motivos de seguridad, lo que actuó como un elemento disuasorio para los curiosos y amantes de la fiesta. La posibilidad de observar de cerca el avance de la punxà quedó restringida a unos pocos, en lo que antaño era un acto multitudinario, accesible y familiar.
La mañana tuvo un tono más institucional: las cortes de honor y las Falleras Mayores de Valencia participaron en la colocación de flores en las carrozas, en un ambiente distendido y didáctico. Por la tarde, se celebró un homenaje a la Ciudad Fallera en su 60 aniversario, organizado por la comisión La Nova de Benicalap. Nuevamente, el acto se desarrolló a puerta cerrada, sin presencia masiva de público ni comunicación abierta.


¿Hacia dónde va la Ciudad Fallera?
La decadencia de la Ciudad Fallera es un proceso que preocupa a los profesionales del sector y a los defensores del patrimonio cultural valenciano. Aunque se intenta mantener una imagen de continuidad mediante celebraciones conmemorativas, la realidad es que el músculo artístico que dio fama al barrio se debilita cada año.
Es necesario preguntarse qué papel quiere jugar la Ciudad Fallera en el futuro de las Fallas. ¿Podrá reinventarse como un centro cultural y artístico accesible, vivo y participativo?
Una tradición que merece ser preservada
La punxà de la flor no es solo una costumbre; es un símbolo de identidad. Su declive no debe asumirse con resignación, sino como una llamada de atención para repensar y revitalizar su formato.

Hoy más que nunca, la labor de los artistas falleros merece reconocimiento. Gracias a su esfuerzo, esta tradición sigue viva. Pero sin un compromiso colectivo –institucional, ciudadano y mediático– el riesgo de que la punxà se convierta en un recuerdo del pasado es real.

Un reportaje de Pablo Garcés @aficiografo