La principal fiesta de la ciudad de Valencia tiene un elemento que la hace diferente del resto de fiestas que es la Falla. Éste es el eje sobre el que se articula la fiesta y transforma el espacio público donde se planta.

Desde los primeros documentos del siglo XVIII donde se habla de nuestra fiesta hasta la actualidad, la Falla ha sido conocida por diferentes nombres.

Desde hace siglos, las primeras referencias hablan de una acumulación de trastos viejos e inservibles a la que se le llamó HOGUERA. Al menos desde el siglo XVIII, a la hoguera se le añadieron ninots y se le empezó a llamar indistintamente HOGUERA o FALLA. O mejor dicho HOGUERA (vulgo FALLA), que es como aparece en la prensa y la literatura de la época.

En la segunda mitad del siglo XIX, otro término más se añadió al vocabulario festivo para designar a la Falla, el de MONUMENTO. Durante esa época, tuvo un uso más esporádico dado que los anteriores estaban aun fuertemente asimilados por la población.

También en este mismo período, un cuarto y último vocablo vino a completar el abanico de denominaciones de la falla, el de CATAFALCO, que apareció fugazmente casi a mediados de siglo, pero que tomó más fuerza a finales de ese mismo siglo. Éste hacía referencia a las plataformas de madera que se instalaban en los espectáculos públicos, como los de la Inquisición o los toros.

Tanto el término HOGUERA como MONUMENTO, dejaron de utilizarse a finales de siglo, permaneciendo por el contrario en uso los vocablos FALLA y CATAFALCO. En la lucha mantenida entre estos dos vocablos, éste último perdió vigencia y quedó casi en exclusividad FALLA hasta hace relativamente pocos años.

Recientemente hemos visto un cierto renacer del término CATAFALCO, en un intento de recuperación de términos tradicionales. Pero sin duda alguna, la palabra que más está triunfando en la actualidad para denominarla es el de MONUMENTO, muy utilizado por la sociedad —sobre todo en foros y páginas de internet— y que ha sido también extendido rápidamente a todos los ámbitos de la fiesta.

Este nuevo fenómeno de masas ha tenido una consecuencia que es equiparable al nacimiento del vocablo falleros para designar a los organizadores de la fiesta, que es el de denominar con el adjetivo MONUMENTALISTAS a las personas que, dentro de la fiesta fallera, defienden y valoran por encima de cualquier cosa la Falla o Monumento como elemento distintivo de nuestra fiesta.

Javier Mozas

Fotos. Juan MenesesIMGP4722